Lo que ocurre en el interior de una cámara anecoica es fascinante. Primeramente, los oídos se adaptarán al silencio. Enseguida se comienza a escuchar los latidos del corazón y la atención se centra en la respiración y en los sonidos del estómago.
A continuación, puedes intentar levantarte aunque perderás el equilibrio ya que nos orientamos a través del sonido y al no existir, perderás la capacidad de desplazarte.
Finalmente, te sentarás y no podrás mantenerte así más de 15 minutos debido a que, al no existir estímulos auditivos externos (sólo los de tu propio cuerpo), el cerebro comienza a confundirse y a crear sonidos propios. Treinta minutos más tarde empezarás a tener alucinaciones y a delirar.
No podemos vivir sin sonido.
No podemos vivir sin música.